Identidad del entorno

Expresión de un terruño

Buscamos plasmar un paisaje dentro de cada elaboración, capturar la esencia pura de nuestra tierra dejando que la uva cuente su propia historia. Permitimos que revele su personalidad y que exprese su origen. 


Nuestra misión es transmitir lo que ocurre en el entorno, encontrando el reflejo fiel del terruño y la identidad de un territorio.

Viticultura regenerativa


En un entorno de sequías estacionales, donde el suelo y el clima desafían constantemente a la vid, adoptamos prácticas que no solo conservan, sino que también revitalizan el ecosistema. Buscamos mejorar la fertilidad del suelo, aumentar la biodiversidad y fortalecer la resiliencia de nuestros viñedos mediante técnicas que promueven un viñedo más vivo y autosuficiente.

Además de incorporar la madera de poda al suelo, aplicamos enmiendas orgánicas y cubiertas vegetales estacionales que protegen el suelo, mejoran su estructura y fomentan la vida microbiana. Evitamos el uso de productos químicos sintéticos y reducimos las labores mecánicas para preservar la microbiología del suelo y su capacidad de retención de agua, un aspecto fundamental en el clima extremo en el que trabajamos. Con ello, mejoramos la salud de la vid, y contribuimos indirectamente a la captura de carbono, ayudando a mitigar el impacto del cambio climático.

Esta filosofía de trabajo nos permite elaborar vinos que reflejan con mayor pureza su origen, respetando el equilibrio entre la vid y su entorno.


Suelos que definen un carácter


El viñedo se asienta sobre suelos calizos y franco-arenosos, con arcillas y abundantes cantos rodados. 


Esta composición de arenas y bajas proporciones de caliza permite una adecuada aireación y facilita el crecimiento vertical de la planta, permitiéndola profundizar en busca de recursos hídricos. 


Las arcillas contribuyen a retener la humedad en periodos de sequía, regulando la disponibilidad hídrica de manera natural.


Vinos nacidos de la resistencia

Nuestro viñedo, en secano estricto, es testigo silencioso del clima extremo que moldea su carácter. 

Las raíces están obligadas a profundizar en la tierra en busca de agua, fortaleciendo la vid y concentrando su esencia en cada racimo. Los veranos son largos, con temperaturas que llegan a superar los 40°C durante el día, seguidos de noches frescas. Esta gran amplitud térmica durante las etapas de maduración es clave para mantener la acidez y la frescura en las uvas. 

En este paisaje desafiante, la vid crece en armonía rodeada de una biodiversidad mediterránea, expresando de manera honesta la identidad de su entorno. 

La combinación de clima extremo, suelo singular y manejo tradicional da lugar a vinos con una profunda personalidad.